CÓMO MEJORAR LA CONFIANZA EN TI MISMO Y EN LA VIDA

CÓMO MEJORAR LA CONFIANZA EN TI MISMO Y EN LA VIDA

La confianza puede ayudarnos en la vida cotidiana más que otros recursos mejor valorados socialmente, como la inteligencia, los conocimientos o la seguridad. 

Quien anhela sentirse seguro puede labrar su infortunio en esa misión imposible de tenerlo todo bajo control. Su objetivo encierra una paradoja, pues sus múltiples esfuerzos y renuncias se traducen al final en más ansiedad y más miedo.

La seguridad supone un objetivo primordial en la construcción de aviones o puentes, pero la experiencia de la vida humana es mucho más compleja y nos recuerda que todos estamos expuestos a circunstancias adversas e incontrolables. 

Solo la confianza nos permite sobrellevarlas con relativa serenidad, avanzando sin necesidad de garantías.

"La confianza, como el arte, nunca proviene de tener todas las respuestas, sino de estar abierto a todas las preguntas", escribió el poeta Wallace Stevens.

¿Te cuesta confiar en los demás? 

La confianza en los demás es una prolongación natural de la confianza en uno mismo. En nuestra relación de pareja, grupo de amigos o compañeros esperamos que el otro tenga conductas positivas y aceptamos quedar en situaciones de relativa vulnerabilidad respecto a ello.
La calidad de estos vínculos depende en gran medida de la confianza que existe entre sus miembros, la cual actúa como un lazo que permite sostener el soporte mutuo. 

Si careciésemos absolutamente de confianza en el prójimo no comeríamos por miedo a ser envenenados, no saldríamos por temor a ser atacados y el miedo a hundirnos nos impediría embarcar en cualquier empresa.

Sin necesidad de llegar a tales extremos hallamos frecuentes testimonios de carencias en ese sentido. Por ejemplo, la persona que no se socializa por miedo a ser lastimada o engañada.

Cuando una persona no socializa por miedo, ve su vida limitada en ámbitos fundamentales, como tener relaciones satisfactorias o sacar el verdadero potencial de un trabajo en equipo.

Funcionamos con leyes de reciprocidad: en general, si cuidamos de los demás de un modo adecuado, estos nos tienen en cuenta. Con ello se favorecen los vínculos, así como los retos que surgen de la unión entre personas.

A mayor confiabilidad, más rico puede ser lo que aflore, pues el dar y el recibir crecen parejos a nuestro potencial para colaborar, sobre todo si somos capaces de adecuar lo que ofrecemos al otro en la medida de las circunstancias de la relación y del contexto. 

Cuando alguien defrauda tu confianza. 

Cuando los acuerdos se quiebran, la confianza se pierde con rapidez; eso da lugar a distanciamientos en los que se hace difícil volver a restablecer relaciones generosas. Por ejemplo, en la pareja, donde suele existir un pacto más o menos explícito de exclusividad e intimidad.

Si se produce una infidelidad de la pareja, el otro siente que ha sido decepcionado o sustituido en lo más profundo, como si el lazo se rasgara; por ello resulta difícil reconstruir una expectativa esperanzadora.

Ante eso algunos toman la precaución de alejarse en diferentes modos o de acercarse cautelosamente en las tentativas posteriores de relación. El refrán perro mordido de serpiente huye hasta de longaniza retrata la paradoja de quien ha visto defraudada su confianza.

Confiar en el ser humano y en la vida 

Los pensamientos positivos también actúan sobre el cuerpo. La confianza en la propia vida estaría en el nivel superior de la confiabilidad humana, en un ámbito casi espiritual: si esperamos que la vida fluya y la naturaleza siga su curso permitimos respuestas de crecimiento.

Bruce H. Lipton, investigador celular representante de la "nueva biología", ha estudiado cómo la química de la alegría o el amor propicia que las células crezcan y el sistema inmunitario actúe, modelando con ello nuestra salud y devenir. 


Cuando alguien opta por cerrarse, sus creencias generan respuestas de protección e inhibición que no permiten el crecimiento ni la liberación de energía, una prueba de que los verdaderos obstáculos suelen estar casi siempre en nuestro interior.

El Panchatantra o Libro de los Cinco Principios, compilado en sánscrito en el siglo III a.C., afirma que la confianza es la raíz del orden. Quien está resuelto a confiar disfruta de ello, se siente en armonía con la vida y puede encontrar placer en infinidad de cosas. 

También siente que la confianza le ayuda a trascender los problemas que puedan surgir en ese devenir. De alguna manera cree que incluso en los malos tiempos el sol brilla tras la tormenta. Ese modo de afrontar la vida con esperanza, hasta en lo más impredecible, multiplica sus opciones.

Alimentar la confianza desde la infancia 

La confianza se gesta desde la temprana infancia, cuando necesitamos ser cuidados y protegidos en nuestra vulnerabilidad. Si un niño pequeño no es atendido ni se cubren sus necesidades básicas y afectivas, o si es reprimido arbitrariamente, carecerá de esa esperanza básica.

Es importante, por tanto, proporcionarle experiencias donde se le acepte como es y se le ayude a manejarse y a relacionarse con la complejidad. Primero, con apoyo de los suyos. 

Y paulatinamente, en la medida que lo requieren sus capacidades y ciclo evolutivo, con mayor autonomía. De ese modo nos vamos instruyendo en el arte de confiar.

Para hacerse adulto se requiere la disponibilidad física y emocional de los mayores. Estos deben ofrecer al niño modelos de funcionamiento coherentes y que le estimulen a creer en sí mismo.

A lo largo de la vida y a través de muchas otras experiencias y personas significativas para nosotros tenemos la oportunidad de aprender a adoptar posturas positivas desde las que poder asumir riesgos. Sin ellos no hay evolución ni es factible aprovechar las posibilidades que se nos brindan
El efecto pigmalión: cómo te afectan las expectativas que ponen en ti

A través de esos aprendizajes vitales configuramos pensamientos y creencias acerca de lo que somos capaces de afrontar. La mente resulta aquí decisiva: pensamos que podremos salir adelante o, por el contrario, tendemos a creer que nada bueno merecemos y que todo cuesta demasiado...

Nuestra confianza anda pendiente de ese tipo de pensamientos que nos abren puertas o nos bloquean. En demasiadas ocasiones convertimos en realidad nuestras propias expectativas acerca de algo o de alguien. 

Es lo que el psicólogo Robert Rosenthal y la profesora Lenore Jacobson denominaron efecto pigmalión. En un famoso experimento asignaron a un maestro un grupo de alumnos con calificaciones normales diciéndole que se trataba de estudiantes excelentes. 

Por otro lado, presentaron a otro profesor un grupo que había obtenido un rendimiento superior indicándole que eran alumnos corrientes. ¿Qué sucedió? Los alumnos del primer grupo obtuvieron notas por encima de la media y los del segundo bajaron su rendimiento de forma ostensible.

Otro ejemplo del poder de las creencias sería el del conocido efecto placebo: a menudo la expectativa de que algún remedio va a mejorar nuestra salud nos ayuda de manera efectiva a sanar. Así es como nuestras creencias tienden a crear una realidad que las legitima.

Cómo ganar confianza 

Diversos enfoques terapéuticos se centran en reprogramar las creencias que nos limitan. Para ello inciden directamente en la mente subconsciente o bien utilizan la creatividad de la mente consciente para repetir experiencias correctivas hasta crear un hábito distinto al que imperaba.

La psicoterapia ericksoniana a menudo recurre al principio de confiar en los propios recursos o fortalezas a base de reconocerlos y sumar a partir de ellos, lo que favorece experiencias constructivas.

Cuando realizamos o recreamos actividades que nos gustan y que nos ayudan a estar en contacto con nosotros mismos en actitud de confianza también contamos con más recursos.

Rodeados de personas con las que nos sentimos bien es más factible fomentar actitudes y estados positivos, especialmente si tenemos la valentía de declararles nuestra dificultad o fragilidad en momentos difíciles; en definitiva: de confiar en ellos y en nosotros mismos. 

Actuar como si puede ser una poderosa manera de reprogramar la mente. Pascal decía: "Si alguien no tuviera fe, que actúe como si la tuviera; tarde o temprano la fe llegará". La denomina Terapia Orientada a las Soluciones trabaja con esa premisa. 

Por ejemplo, el mero hecho de actuar una hora al día "como si" tuviéramos confianza puede ayudarnos a generar experiencias que impacten positivamente en lo cotidiano.

El psicólogo americano George Kelly creó la llamada Terapia de Rol Fijo a fin de generar cambios positivos a partir de ahí. Kelly le pedía al paciente que pensara en cómo querría ser y en cómo se materializarían las mejoras. 

Tras hacer inventario le sugería que actuara así, a modo experimental, durante quince días. Los pacientes reportaban cambios espectaculares que les impedían volver a ver sus limitaciones anteriores.

Dos enfoques básicos a nivel personal 

Podemos usar diferentes caminos para aumentar el nivel de confianza, actuando desde el nivel de las creencias, los comportamientos o los sentimientos, entre otras posibilidades. Uno de ellos pasa por aprender a modificar nuestros estados para que las cosas marchen mejor.

Otro, por actuar de modo distinto para obtener resultados diferentes, lo cual repercutirá en nuestra forma de estar y, con ello, en nuestras creencias.

Fortalecer la confianza es un recurso para creer que habrá oportunidades y posibilidades, que seremos capaces de actuar adecuadamente, y que "incluso si la vida nos diera una patada" intentaríamos que se transformase en un impulso hacia adelante.

Creer es el primer paso para crear 

Los pensamientos son una herramienta poderosa a la hora de construir la realidad. Si pensamos que algo nos afectará negativamente es probable que lo haga; al igual que cuando tomamos un remedio convencidos de que nos ayudará.

Numerosos estudios han demostrado que el efecto placebo resulta en ocasiones tan eficaz como ciertos fármacos. Ese sería un ejemplo tangible del poder de las creencias.

Además, dado que la confianza actúa directamente sobre el cuerpo influyendo en la química cerebral y los sistemas inmunitario y músculo-esquelético, nos hace permanecer más sanos y flexibles. 

Una persona que muestra confianza es percibida como digna de confiar en ella, de modo que la gente le devuelve más de lo mismo.

Ejercicio de PNL para aumentar tu confianza 

El mero acto de deshojar la margarita del "puedo" o "no puedo" sugiere que tenemos capacidad para ambas cosas. La PNL (Programación Neurolingüística) proporciona algunas herramientas para crear nuevas maneras de percibir lo que nos ocurre. 

Una de ellas es el siguiente ejercicio, que se puede realizar a solas o con ayuda de alguien y que consiste en seguir unos sencillos pasos.

El objetivo es poder afrontar un reto concreto con mayor confianza. Antes de empezar conviene buscar un entorno tranquilo, con varias sillas, y acompañarse de una música relajante.

Siéntate en una posición cómoda y respira profundamente. Mientras escuchas la música puedes cerrar los ojos a fin de visualizar mejor. 

Cuando los hayas cerrado, imagínate a ti mismo cómodamente sentado frente a ti, con más confianza, respirando calmado.

Imagina ahora que flotas hasta el interior de ese tú mismo que tiene más confianza. Cuando lo hayas hecho, observa el mundo con sus ojos, escucha cómo hablas y siente esa confianza.

Observa enfrente de ti a un tú aún más confiado en sí mismo, emanando la tranquilidad y confianza necesarias para afrontar tu reto confortablemente.

Flota ahora y entra en ese individuo que tiene aún mayor confianza; siente la agradable sensación que brinda este estado. 

Observa el mundo con esos ojos, percibe cómo es tu voz, nota también cómo son tus movimientos y comportamientos sabiendo que todo eso es bueno para ti.

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Repite el experimento las veces que sea necesario para alcanzar un grado de óptima confianza en ti mismo. Desde ahí imagínate frente a ese reto que vas a afrontar. Aprende de esta experiencia. Si ya está bien, disfrútalo unos instantes. 


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FUENTE: CUERPOMENTE

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